4 de septiembre de 2012

Colección Route1963 — Hito nº 15. EL 19 DE LA C-639. Zierbena (Bizkaia)




En origen traté de tallar los caracteres del punto kilométrico, pero el resultado no fue convincente y lo descarté



Vista frontal del hito con los caracteres del punto kilométrico finalmente lisos



El hito visto desde todas sus caras





Ubicación del hito original del km. 19 de la C-639






Mucho tiempo después de fabricar la pieza, una persona anónima me informó por correo electrónico de que el hito seguía existiendo, si bien la denominación de la carretera había pasado a ser N-639





EL 19 DE LA C-639. CIÉRVANA/ZIERBENA (Vizcaya).


Los primeros hitos a escala que modelé, antes de destinarlos al público como premios en concursos y sorteos en la página de Facebook o en alguno de los blogs, se los regalaba a familiares, amigos y conocidos, muchas veces sin previo aviso. Uno de estos conocidos era el propietario de un peculiar restaurante vasco situado en Les Rotes-Denia (Alicante), que de lunes a viernes ofrecía un sustancioso y abundante menú diario por 10 euros. Varios días a la semana acudíamos a comer allí, y pensé en regalarle un hito a escala al dueño, simplemente porque me caía bien y no tenía en aquel momento otra cosa mejor que hacer. Sabía que era oriundo de Ciérvana/Zierbena, en Vizcaya, de modo que investigué en los mapas algún antiguo hito kilométrico del Plan Peña que en tiempos hubiera podido caer por allí.

Así descubrí que el 19 de la C-639 era el que mejor se ajustaba a mis propósitos, lo modelé  y lo pinté con calma, y cuando lo tuve terminado decidí entregárselo un día que fuésemos a comer a su restaurante. Estábamos en septiembre de 2012. Ese día, al final del copioso almuerzo por 10 euros, cuando se acercó a tomarnos nota de los postres le solté a bocajarro:

—¿Tú eres de Ciérvana, verdad?

—No —me respondió—, yo soy del mismo Bilbao.

—Como en el chiste —me reí.

—Eso es, como en el chiste —rió también él—, pero la que es de Ciérvana es mi mujer.

—Bueno, en todo caso tengo esto para vosotros.

Y le entregué el hito, que iba cuidadosamente envuelto en papel. Lo desenvolvió y lo contempló con sorpresa y un punto de admiración. Indudablemente no se esperaba una cosa así.

—Está curioso —dijo—, y a mi mujer le va a hacer mucha ilusión. Se lo voy a enseñar ahora mismo.

Y se marchó a buscar a su mujer, que ejercía labores de cocinera. La señora salió enseguida de la cocina con el hito en la mano y profundamente emocionada, repartiendo besos a diestro y siniestro entre todos los comensales, que aunque eran clientes habituales como nosotros, no tenían ni idea del motivo de estas repentinas muestras de efusión. Por supuesto nosotros, y yo en particular, también recibimos los correspondientes besos y abrazos de la señora, que al parecer había reconocido y recordado perfectamente en ese hito el que alguna vez se encontró en las proximidades de su añorada localidad natal. Y entonces, sin poder sustraerse a la nostalgia, nos relató algunas anécdotas, episodios y vivencias de su juventud en el pueblo, al que pensaban regresar en cuanto se jubilasen, y no les restaba mucho, porque tanto ella como su marido (que era del mismo Bilbao, como queda referido) superaban ya los sesenta años.

No pude ocultar mi satisfacción ante la reacción entrañable que había suscitado mi pequeño obsequio improvisado, y vino a confirmarme la impresión que ya había experimentado en otras ocasiones anteriores con otras personas y en situaciones tal vez cercanamente similares: aquellos hitos en miniatura podían adquirir con facilidad una naturaleza fetichista para sus receptores, y se convertían en una suerte de talismanes capaces de convocar la nostalgia y la añoranza hacia los lugares que representaban para quienes tenían algo que añorar o recordar de los mismos. Más de tres años después, cuando ya he alcanzado la increíble cifra de 100 hitos modelados, que han ido a parar a manos de decenas de personas de toda España (la mayoría de ellas desconocidas), esa impresión se ha confirmado con creces. A la gente le encanta recibir un antiguo hito kilométrico representativo de su pueblo, de su ciudad o de algún lugar o carretera vinculados de una u otra forma a su biografía.

Algunos meses después recibí un correo electrónico de una persona anónima, que sin duda había visto fotografías de este hito a escala en la red, en el que me comunicaba (y a su vez adjuntaba fotografía contemporánea) que ese hito, o al menos su heredero, seguía existiendo en su ubicación original, si bien la carretera había cambiado de denominación, y ahora el hito real indicaba el km 19 de la N-639.

Lamentablemente, en el momento de relatar estas anécdotas, el popular restaurante regentado por el matrimonio vasco objeto de esta historia, lleva cerrado al menos dos años. No obstante, antes de que cerrase, seguramente para siempre, tuve oportunidad de dedicarle en mi blog una interesante entrada que puede leerse AQUÍ.


Ficha del hito:





Ubicación original del hito real (aprox.):